Alucinada esa es la palabra.
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero esta es im-presionante,
como diría un famoso torero. Lo que consigue esta mujer con palabras normales,
sencillas, sin estridencias, sin falsos complejos de escritor modesto, me
parece increíble. No iba a hacer reseña hasta que terminara la trilogía, pero
oye, ¿qué puedo decir? He cambiado de idea y no sólo por cambiar, sino para
transmitir el deleite que produce leer a esta autora. Eso es, no es una reseña,
es una observación a la labor profesional de la autora. Ayer se lo comentaba a
mi santo, cómo puede transmitir tanto con palabras tan sencillas, tan normales.
Supongo que es el orden en el que las va hilando en la frase, en el párrafo, en
el texto, en la trama. No tengo ni pajolera idea, únicamente sé que me
engancha, mucho. No sólo desde la primera página, no. Es que los finales son de
infarto de miocardio, tú. Está haciendo una “broma” en mitad de una escena trepidante
y tensa, tú te sonríes lo suficiente mientras sigues leyendo sin perder el
hilo, preguntándote cómo lo ha hecho.
No sé cuánto tiempo hacía que no
disfrutaba tanto de la historia que me están contando, como de la manera de
contarlo. Te sorprendes a ti misma diciéndote: “¡Qué buena línea!” “¡Qué manera
de poner en tela de juicio este aspecto de la actualidad sin que te des cuenta
específicamente, pero te lo ha colado!” Así me he pasado todo el libro. Voy a
por el tercero ya. Porque entre el primero y este me he leído unos bodrios que
nada tenían que ver con la literatura, a lo mejor con leer, por aquello de que,
como algunas películas, te entretienen, pero no te llenan.
La reseña ya cuando me lea la tercera parte, si eso.
Muchas gracias, Sra. Redondo, y
muchas felicidades.
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