Había ido a comer a casa de una
amiga. Estaba cambiando de línea en Ventas para ir a casa cuando suena el
móvil. Me llama un señor del Teatro Fernán Gómez. Resulta que hoy era el día de
la primera función de la obra “Historia de un Cuadro”, pero no va a haber
función debido a problemas técnicos. Me explica que el ensayo general tenía que
haberse producido ayer, pero que se les hizo tarde y no pudieron hacerlo, con
lo que lo van a hacer hoy. Puedo ir al ensayo general si quiero y me cambian,
además, las entradas de hoy por otras para el día que me vaya bien. Por dentro
estoy gritando: “SSSSSSSSSííííííííííííí´.” Por fuera, no protesto ni nada.
Tengo que consultarlo con mi santo, al que le va a encantar la idea, lo sé.
Quedo con el señor en presentarme en taquilla para que me informen de todo,
dándome el nombre del director de sala, creo que era, para que se encargue de
nosotros. Le doy las gracias, y él me dice que no que gracias a mí. ¡¿A mí?! En
esos momentos pienso que no sabes quién le hace el favor a quién.
En fin, llamo a mi santo.
Entusiasmado se queda muy corto, está eufórico.
Cuando llegamos a la taquilla una
señora super amable nos cambia las entradas. Nos dice por dónde tenemos que ir
para entrar luego, que ella ya avisa a Paco (nombre inventado del de la sala).
Hay más gente, pero somos poquitos esperando, unos diez. Cuando nos dejan
entrar nos advierten que se va a retrasar un poco el ensayo. Para entretenernos,
nos dan el libreto. A nosotros nos lo da un señor muy simpático, al que luego
preguntaríamos si era el director. Nos contestó: “De un trocito.” A las ocho y
diez este mismo señor nos dice que se va a retrasar otro poquito, pero que
enseguida empiezan, que al ser un ensayo general pueden haber interrupciones
y/o repeticiones varias, pero que tengamos paciencia, que estamos haciendo de
conejillos de indias. Yo sigo preguntándome quién le hace el favor a quién.
Ellos tienen público en un ensayo general, pero nosotros podemos vivir de
primera mano un ensayo general con poquita gente, una veintena o treintena de
personas al final. Un lujo. Debe ser que soy demasiado curiosa, me contesto
sola.
A las ocho y cuarto empieza la
función. Tres actores, varias escenas, tiempos distintos. Una trama que no se hace
nada pesada, que continúa durante hora y media pasada. Muy muy entretenida y
muy muy recomendable. De los actores sólo conocía a uno, el Conde entre otros
papeles. Ese está sublime, pero porque “lo conoces”, porque los demás no se
quedan atrás. Al final tenía ganas de gritar: “¡pero que buenos soís, cabrones!”
Pero no me atreví ni con un “Bravo”. La pena es que no hubo ni interrupciones
ni repeticiones, Jajaja. Lo hicieron genial y de un tirón.
Creo que el Teatro Fernán Gómez,
en este caso, tendría que aprovechar los ensayos generales de todas las obras
que se organizan poniendo un precio especial (5 euros para amigos y 7 euros
para público en general) debido a que pueden haber interrupciones y
repeticiones. No creo que hubiera problema entre el público que fuera a ese
tipo de función, si se les informa de qué es lo que van a ver y cómo. Nosotros
lo pasamos genial, y volvemos con nuestras entradas esta semana a ver el pase
oficial. ¡Felicidades!